domingo, 27 de noviembre de 2016

Despidiendo al infierno / El último concierto de Black Sabbath

Con un espantoso frío, como pocos se han sentido en la segunda parte del año, una cantidad aproximada de sesenta mil espectadores asistieron al Foro Sol para decir adiós a una leyenda que merece ser despedida con su debido respeto. Black Sabbath. De los pioneros en el género del heavy metal, pertenecientes a la llamada Satanísima trinidad, junto con Led Zeppelin y Deep Purple, comenzaron a sonar desde los setenta: Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo, Bill Ward en la betería y Ozzy Osbourne en la voz, anteriormente y por muy poco tiempo estuvo Ian Gillan, quien interpretó a Jesucristo Súper Estrella y fue vocalista de Deep Purple. Este cuarteto marcó a varios jóvenes por generaciones. Cuando Ozzy Osbourne dejó la agrupación quedó en su lugar el cantante Ronnie James Dio, quien durante mucho tiempo acompañó a Tony, a Geezer y a Bill. Después de varios sucesos, solo quedaron Dio, Tony y Geezer, formando un nuevo proyecto conocido como Heaven and Hell. Dando la vida de la farándula muchas vueltas y tras perder la batalla contra el cáncer, Dio muere en 2010 y acto seguido Ozzy Osbourne y Bill Ward se reintegran para rehacer el grupo Black Sabbath.
Regresando a la helada ocasión en que este famoso cuarteto hizo su gira “The end”, los fanáticos, con exhalaciones de vapor frío, poblaban el Foro Sol dese las cuatro o cinco de la tarde, ya sea para ver los puestos de recuerdos o para apartar su lugar hasta adelante, en caso de estar en la sección de “Pista, general A”. Los puestos estaban llenos de playeras, gorras, tazas, encendedores y demás chácharas.
Para aquellos que exigen originalidad, dentro de las secciones A, B, C, D, E y F del Foro Sol se encontraban las mercancías oficiales; ahí una gorrita valía trescientos cincuenta pesos
y una playera cuatrocientos cincuenta,
aunque con esos precios se puede esperar una mayor calidad. El concierto comenzó puntual, 20:30 horas, abriendo con los teloneros Rival Sons, quienes fueron recibidos por el público sin mucha pena ni gloria, pese a que son una muy buena agrupación y tocaron de manera bastante profesional, respetando sus minutos de apertura. A las 21:30 salió Black Sabbath, primero con una animación previa, bastante simple por cierto, en la que representarían el fin del mundo con el nacimiento de un horrendo demonio, y al decir horrendo no es que diera miedo, sino que se veía más chafa que un monstruo del video juego Doom. Ya después apareció el grupo, sin Bill Ward, su lugar fue ocupado por Tommy Clufetos, el baterista oficial de Ozzy Osbourne en sus giras de solista. Abrieron el show con la canción que lleva el mismo nombre del grupo y de ahí se siguieron a dar un repertorio de sus canciones más clásicas: War Pigs, Iron man, After forever, Into the void, Children of the grave, entre otras.
Muchos esperarían que tocaran las del álbum “13”, que representó su reencuentro, pero se quedaron con las ganas de escuchar Good is dead o The end of the beggining. Durante el concierto cada músico se aventó un solo de su instrumento, Geezer Butler sorprendió con uno de batería, Clufetos tocó otro, muy largo de batería también, mientras seguro los tres roqueros tomaban más oxigeno de su tanque o sus pastillas para sobrevivir el resto del espectáculo.
Al final, y no se esperaba menos, un excelente solo de guitarra por parte de Tony Iommi. Para finalizar, Ozzy pidió que la gente gritara una canción más: “One more song”, el público encantado con el genial Ozzy, obedeció, así que se escuchó un coro de sesenta y pico mil gentes gritando, y Black Sabbath cerró la noche con Paranoid. Cuando la agrupación, u Osbourne en una gira de solista, interpreta Paranoid, es sinónimo de que el show terminará.
Realmente fue muy poco tiempo el que tocaron para ser su tour de despedida, una de dos: o ya están muy viejitos y necesitan descansar, o nos han visto la cara a todos y sesenta y pico mil pagamos nuestro boleto para verlos solamente una hora cuarenta minutos. Es posible que un poco de las dos opciones, pero sí se puede asegurar que ellos ya se ven cansados. Cuando el concierto terminó aparecieron en las pantallas unas letras enormes que decían “The end”.

martes, 15 de noviembre de 2016

La noche de los únicos/El nuevo concierto de Siddhartha

Justo fue a inicios del 2014 cuando Siddhartha presentó su disco El vuelo del pez, ahora regresó este 2016 con otro mucho más elaborado, Únicos, producido esta vez por Sony. El nuevo álbum comprende éxitos como Tarde, el primero que se dio a conocer, del que también se realizó el video. Su calidad es comparable al espectacular concierto que se presentó el pasado 6 de noviembre. La escenografía tenía una esfera en donde pasaban proyecciones que hacían alusión a cada tema musical y un buen juego con disparo de luces. Un escenario bastante ad hoc para un espacio como Plaza Condesa. Este auditorio ha tenido últimamente más reconocimiento, pues se ha caracterizado por ser un sitio indie por excelencia. Aunque se han presentado ya variedad de grupos y cantantes que pueden ir desde Steven Wilson hasta Tan Bionica, Plaza Condesa se relaciona más con grupos o interpretes alternativos y, por lo general, el espacio se presta para disfrutar eventos con tranquilidad, contemplando el espectáculo sin abrir paso a slam o a otros bailes; es por eso que sería raro presenciar un concierto de metal, ska, hip hop o incluso electrónica, aunque ya todo puede suceder.
Uno creería que por tratarse de un acontecimiento nacional podría haber empezado con impuntualidad, pero oh sorpresa, el evento comenzó a las siete en punto como decía el boleto. Y una buena noticia para todo aquel espectador al que le gusta llegar rayando o con elegantes minutos retardados, el evento no se inició con Siddhartha, sino con una interesante banda telonera, 424, un cuarteto costarricense que prendieron al público presente y al que llegó después. Tocaron veinte minutos y dieron paso para que a las siete y media se apagaran las luces de nuevo y salieran los músicos de Siddhartha. Con un intro que levantó aún más los ánimos, aparecieron Rul, Chewbaca, Fernando y Eric en el escenario, y atrás, entre un coro de exclamaciones, salió Siddhartha con su guitarra para interpretar la canción Ser parte, seguida de Tus pupilas, de ahí un repertorio muy adecuado para la noche amenizó el ambiente: Infinitos, El aire, Control, Bacalar, Extraños, A la distancia, Camuflaje, Una noche tranquila, entre otras. Al final no podían faltar los tres sencillos dignos para cerrar, Únicos, El chico y Tarde, causando una gran satisfacción a todos los fans.
Se pudo notar cómo la gente comenzó a exhalar emoción con algunas de las canciones, por ejemplo, El poema y la caja, pese a ser muy tranquila, trasmite una gran emoción por su letra y melodía. Tus pupilas fue un tema que llamó mucho la atención porque, además de la interpretación, se proyectó un gran ojo en la esfera del escenario. Esta pieza fue una de las favoritas para los espectadores. Otra fue, por supuesto, Extraños, que es una canción digna de corear con mucha conmoción, por lo que fue una de las más aclamadas. Y para aumentar el sentimiento, siguió A la distancia, para lograr remover todos los lados emocionales de los espectadores. Otro tema inesperado pero muy bien recibido, Camaleón, que no suele tocar muy seguido y en el álbum de Náufrago fue una de las más escuchadas.
Una vez terminada la función, la gente salió cual criadero de truchas para adquirir los recuerdos del concierto, ya fueran oficiales o copias, que para ser sinceros se venden más, pues se puede comprar una taza por cincuenta pesos, la calcomanía de a veinte y la playera por cien o ciento veinte a lo mucho. Para varios, la gran noche terminó ahí por vivir lejos, no tener vehículo propio para regresar o porque los papás ya estaban ahí por ellos. Pero para otros la aventura apenas iba a la mitad, pues el after oficial de Siddhartha se encuentra cerca, El Imperial, ubicado en Álvaro Obregón 293, en la colonia Roma norte, un lugar ya hecho para los after indies, pues fue el mismo en el que Siddhartha celebró después de su concierto del 2014.
Otros grupos como 69 tigres y Technicolor Fabrics también han ido a ese lugar para festejar. Así fue que muchos asistentes del concierto se pasaron para la Roma y entraron gratis al mostrar su boleto; los que no lo llevaran podían pasar por cincuenta pesos y para las mujeres la entrada fue libre. El sitio es un tanto angosto, pero no fue pretexto para que los asistentes no se divirtieran bailando techno y algunas canciones de antaño o clásicas de bares. En la barra de bebidas, la más solicitada fue la cerveza artesanal que cargaba con el mismo nombre del lugar Cerveza imperial, de un sabor rico y espeso, con levadura fina. Había un piso arriba, del que pocos se percataban y aún menos sabían que ahí se encontraba Siddhartha con sus músicos y con los 424. Fue muy emocionante para los fans ver que los artistas bajaron para tomarse unas fotos con ellos. Raúl el guitarrista, más conocido como Rul, el bajista, Chewbaca, y Eric, el tecladista, fueron los primeros en salir para saludar a la gente, firmar autógrafos en boletos y en CD,s. La gente los recibía con euforia, pero esperaban ya con ansias a que bajara el mismísimo Siddhartha y, cuando se presentó, una aglomeración de chicas se abalanzaron para exigir una foto con él.
Así, la fiesta dio para el amanecer, excepto para los que trabajaban al otro día, que eran la mayoría pues el evento se llevó a cabo en domingo,
pero aun con eso Únicos logró crear una noche única y tranquila.